Pienso que no debiéramos verlos como un mito o tan alejados de la realidad nuestra, es más creo que todos tenemos algo que nos asemeja y nos ata a esta imagen. Pienso que todos partimos descubriendo sensaciones, saciando nuestra curiosidad de descubrir cada cosa atrayente, todos quisimos sentir con todos nuestros sistemas las novedades de un mundo que se abría ante nosotros.
¿Cómo no creer entonces en la existencia de Adán o Eva? No como un mito, sino como un reflejo de nosotros. Expulsados de un "paraíso", vetados de conocimientos y emociones, para llegar luego de despojados de sus tierras a conocer los mismos olores, colores, sensaciones y visiones que vivimos a diario. ¿Cómo no creer que nos refleja? Si con la misma gracia, curiosidad y encantamiento recorrieron cada espacio de la tierra reconociendo lo bueno, lo malo, lo arriesgado y lo interesante. ¿Cómo no ver similitudes? Si entre ellos se descubrieron, conocieron y reconocieron, con la misma gracia y sutileza con la que se recorre y explora por vez primera, con todos los sentidos, a quien acompaña tu camino. ¿Cómo no creer que nos reflejamos? Si veo en nosotros las ansías de recorrer a nuestro Adán o nuestra Eva, y de mostrarles los mínimos pormenores de nuestros descubrimientos personales.