Se habla del cambio con risa, con melancolía, incluso con rabia. Lo triste es lo que no se habla, la reflexión que no se cuenta. Una de vez en cuando se siente más grande, "más madura", pero es fácil volver a viejas prácticas. Es fácil volver a atormentarse con pequeñeces, con inseguridades, con cosas que se suponía estaban superadas. Hay otras que resultan fáciles de ver otras y pasar sobre ellas como si fueran etapas cerradas. No quiero más de eso, ni de ti, ni de terceros. Quiero más de mi, de lo que me exijo, cumplirme metas pero a mi. Metas que llevo con orgullo, las que llevo con amargura, las que llevo con rabia y las que llevo por capricho. Quiero ser yo quien tome decisiones, pero más que eso acciones. Quiero cerrar etapas y mirar atrás sin tanto reproche, quiero dejar de sentirme 'weona', dejar de atormentarme por lo que no supe ver y abrir los ojos a nuevas realidades, a mis realidades.

Estoy de consciente de varias cosas en este minuto, de varias cosas inconclusas también.

Tengo consciencia de mi, de lo que pienso y de lo que veo. Tengo consciencia de mi, de cómo me pienso y de cómo me veo. No me gusta. No me gusto. Quiero que esos vuelvan a ser mis puntos de partida, quiero estar consciente de que en este minuto se forma el cambio, no quiero más, no lo deseo más, lo elimino. Quiero estar conforme pero no con tus estándares, ni con los de los otros, con los míos. Que pueden o no ser exigentes, que pueden o no ser apropiados.

No pido nada, me fijo puntos de llegada.